Cierto es que visitar Bruselas suele tener resonancias administrativas y económicas porque alberga una de las dos sedes del Parlamento Europeo, aunque también Bruselas (Ville de Bruxelles, en neerlandés Brussel-stad), resulta ser una extraordinaria ciudad turística y lugar notable, de referencia, para el goloso gourmand.
Sus principales atractivos - por la importancia de las instituciones civiles y militares que albergan - son la sede del Parlamento Europeo, de la Comisión
Europea y de la OTAN. Quizá el mayor atractivo turístico se concentra en las visitas a la Grand Place, el Palacio Real, el Monumento al Atomium, el parque Mini-Europe… y la fuente del Manneken Pis (el chiquillo meón de indudable incontinencia).
Europea y de la OTAN. Quizá el mayor atractivo turístico se concentra en las visitas a la Grand Place, el Palacio Real, el Monumento al Atomium, el parque Mini-Europe… y la fuente del Manneken Pis (el chiquillo meón de indudable incontinencia).
Raúl Corredor, un joven músico murciano, guitarrista profesional afincado en Bruselas, ha sido nuestro anfitrión en la capital de Bélgica,
oficiando de excelente cicerone en la ciudad que gobierna Europa.
Nuestra llegada coincide con las fechas en que se celebra la “Fête de la Musique”,
en la semana comprendida entre el 21 y el 24 del pasado mes de Junio
del presente año. El acontecimiento cultural se celebra cada vez con más
frecuencia en las capitales europeas de referencia, y ha sido una
suerte la feliz coincidencia de viajar en esos días a Bruselas y
poder disfrutar de un sin fin de visitas culturales y conciertos
gratuitos en sus calles y locales más céntricos (algunos ubicados en
espacios subterráneos de la ciudad...), ¡Acompañados y asesorados por Raúl, nuestro músico murcianico!
Una de las primeras visitas que hacemos, siguiendo a nuestro anfitrión, es la “Galerie Art Base”, un acogedor local gestionado con fondos privados, muy próximo al “Museo del Cómic”, (CBBD); será el punto de encuentro con un grupo musical belga-español que Rául Corredor lidera y gestiona. Se trata, naturalmente, del homónimo: RÁUL CORREDOR QUINTET. El grupo tiene su fundamento en el respeto por las raíces del flamenco más puro y en la fusión con otros
estilos musicales. Está integrado por el cantaor David Bastida, la bailaora Chiqui Torres, el bajo Serge Dacosse, en el cajón Alex Otero y por su lider Raúl Corredor al frente de la guitarra flamenca, que como es notorio, presta su nombre al grupo. Es por lo tanto en la “Galerie Art Base” donde disfrutamos de la primera sesión musical por cuenta del quinteto de nuestro anfitrión. Y aunque el estupendo concierto da comienzo rigurosamente a las anunciadas 20 horas, los bises y la recogida de material posterior prolongaron nuestra salida hasta la medianoche, hora de todo punto inadecuada para conseguir una cena en Bruselas para cinco músicos famélicos… y dos turistas todavia más hambrientos. Tras unas concluyentes averiguaciones por parte de los jovenes interpretes, el milagro tiene lugar ¡como no! en la brasserie “Rendez-vous des Artistes”, un restaurante , próximo a nuestro hotel en la Place Stefanie, que abre los siete días de la semana: 7ª a.m. hasta el alba.
estilos musicales. Está integrado por el cantaor David Bastida, la bailaora Chiqui Torres, el bajo Serge Dacosse, en el cajón Alex Otero y por su lider Raúl Corredor al frente de la guitarra flamenca, que como es notorio, presta su nombre al grupo. Es por lo tanto en la “Galerie Art Base” donde disfrutamos de la primera sesión musical por cuenta del quinteto de nuestro anfitrión. Y aunque el estupendo concierto da comienzo rigurosamente a las anunciadas 20 horas, los bises y la recogida de material posterior prolongaron nuestra salida hasta la medianoche, hora de todo punto inadecuada para conseguir una cena en Bruselas para cinco músicos famélicos… y dos turistas todavia más hambrientos. Tras unas concluyentes averiguaciones por parte de los jovenes interpretes, el milagro tiene lugar ¡como no! en la brasserie “Rendez-vous des Artistes”, un restaurante , próximo a nuestro hotel en la Place Stefanie, que abre los siete días de la semana: 7ª a.m. hasta el alba.
Al día siguiente Raúl vino acompañado de Alix Aminian, su chica belga músico como él. Alix
compagina la actividad musical con la de cineasta trabajando en labores
de realización cinematográfica. Les hacemos entrega de un lote de
ibéricos envasados al vacío que hemos adquirido en el ‘duty free’ de Barajas,
y lo agradecen de manera entusiasta. Los dos jóvenes nos acompañan en
visita turística de obligado cumplimiento, a los alrededores del Parlamento y el bonito Edificio Berlaymont - sede de la Comisión Europea -. Tras una
agotadora sesión matutina, Alix ha tenido la gentileza de invitarnos a
un formidable almuerzo - auténtica muestra de la mejor tradición
culinaria belga -, en casa de sus padres los señores Prowizur. La maison
de sus progenitores nos ha sorprendido por su elegancia, con su típico
mirador acristalado, la bicromía de la fachada burdeos y azul, rodeada
parcialmente por un amplio jardín que ilumina toda la casa. El
pantagruélico almuerzo transcurrió en un ambiente acogedor y el trayecto
gastronómico - muestra de la mejor cocina nacional -, fue preparada
para nosotros por la encantadora anfitriona, Madame Natasha.
Comenzamos dando buena cuenta de unos magníficos y variados entrantes,
que culminaron en el delicioso y contundente estofado típico belga, ‘waterzooi’.
No faltaron los cremosos quesos del país y el excelente vino tinto
bordelés escanciado en nuestro honor… para concluir con la suavidad de
la 'mousse de chocolat' (belga por supuesto), especialidad repostera de la señora de la casa, la madre de Alix Aminian.
Los excesos del contundente almuerzo pedía a gritos un largo paseo… y lo hicimos caminando por el ‘Barrio de Uccle’, probablemente la zona residencial más señorial de Bruselas. Uccle esta rodeado de dos auténticos pulmones de arbolado urbano, el ‘Bois de la Cambre’ y el ‘Foret de Soignes’; el paseo por su interior hacen las delicias del urbanita capitalino. En nuestro deambular por el monumental barrio, nos detuvimos en la Casa-Museo del pionero del Modernismo (y mayor exponente de Art Nouveau belga), el arquitecto y diseñador Víctor Horta.
En su casa - templo del arte modernista -, pudimos refugiamos de una
lluvia inesperada, para continuar nuestro peripatético deambular. Ya de
vuelta al centro, decidimos desviar nuestros pasos en busca de los
animados cafetines del ‘Barrio de Ixelles’. La barriada más española de Bruselas
- que tan bien conoce nuestro cicerone - concentra un buen número de
estudiantes compatriotas nuestros. Nos sentamos en un típico café y
tomamos unos aperitivos acompañados de una estupenda ‘gueuze’,
la cerveza belga de elaboración más antigua, elaborada artesanalmente
con una formula de fermentado especial, en base a granos de cebada y
trigo. (Esta es una ocasión pintiparada para reivindicar para Bélgica
la bien ganada fama de ser el país con mayor cantidad y mejores tipos
de cervezas de mundo, sobresaliendo por encima de todas ellas las
denominadas cervezas de Abadía, por haber tenido su origen en estos cenobios eclesiásticos).
Nuestro
siguiente encuentro con la semana musical fue el disfrute de la
audición de un concierto interpretado por un grupo de cámara, buenos
amigos de nuestros músicos . El cuarteto integrado por dos violines una viola y un cello, interpretaron piezas clásicas en una recoleta placita cercana
( en donde poco antes habíamos hecho parada… y algo de fonda). En un
descanso de la actuación los interpretes saludaron efusivamente a
nuestro músico guía, y a su novia, agradecidos por nuestra presencia.
Al día siguiente visitamos el Atomium, sin duda el nuevo emblema de la ciudad de Bruselas. Fue proyectado como representación de un átomo de hierro para la Exposición Universal de 1954.
Consta de nueve esferas de 18 metros de diámetro aumentadas 165 mil
millones de veces, y ha sido reinaugurado hace seis años, reforzando su
estructura para incorporar un elevador con fines turísticos. Desde una
respetable altura, tuvimos ocasión de contemplar unas maravillosas
vistas de su entorno.
Por la noche asistimos al concierto más esperado de nuestra estancia en Bruselas. En esta ocasión los interpretes son unos músicos que conocemos muy bien. Un cartel de tamaño respetable los anuncia: LIVE CONCERT RAUL CORREDOR QUINTET. El local es enorme, se encuentra
junto a la ‘Gare du Midi’, la más grande estación de tren de Bélgica, y una de las mayores de Europa. (En ella se han rodado algunas notables secuencias de inolvidables películas). La sala es un multiespacio iluminado y decorado al estilo de las discotecas de los años 60 . El espectáculo comienza a las 22 horas en punto, con el local lleno a reventar. El quinteto nos regala una actuación de flamenco fusionada con jazz, en una increiblemente armonizada improvisacion; el entusiasmado publico demostró su agrado con intermitentes ovaciones
y aplausos. Verdaderamente este concierto es completamente distinto al que tuvimos la oportunidad de asistir por primera vez que consistio en un repertoruo de flamenco más purista. (Nos asombra el amplio repertorio del ‘Rául Corredor Flamenco Quintet’ y su increible versatilidad para la fusion de estilos y la improvisación). El concierto se prolongará por espacio de dos horas, que se alargará una media hora más por los obligados ‘bises’. Recogido el instrumental, la siguiente hora la pasamos junto a los cinco jóvenes músicos que insisten en que les acompañemos a la terraza privada de unos amigos para tomar unas cervezas y algo que nos sacan de picar. Nos retirarnos a dormir porque el día siguiente se promete intenso…
junto a la ‘Gare du Midi’, la más grande estación de tren de Bélgica, y una de las mayores de Europa. (En ella se han rodado algunas notables secuencias de inolvidables películas). La sala es un multiespacio iluminado y decorado al estilo de las discotecas de los años 60 . El espectáculo comienza a las 22 horas en punto, con el local lleno a reventar. El quinteto nos regala una actuación de flamenco fusionada con jazz, en una increiblemente armonizada improvisacion; el entusiasmado publico demostró su agrado con intermitentes ovaciones
y aplausos. Verdaderamente este concierto es completamente distinto al que tuvimos la oportunidad de asistir por primera vez que consistio en un repertoruo de flamenco más purista. (Nos asombra el amplio repertorio del ‘Rául Corredor Flamenco Quintet’ y su increible versatilidad para la fusion de estilos y la improvisación). El concierto se prolongará por espacio de dos horas, que se alargará una media hora más por los obligados ‘bises’. Recogido el instrumental, la siguiente hora la pasamos junto a los cinco jóvenes músicos que insisten en que les acompañemos a la terraza privada de unos amigos para tomar unas cervezas y algo que nos sacan de picar. Nos retirarnos a dormir porque el día siguiente se promete intenso…
Efectivamente. Raúl nos levanta temprano porque hay que visitar la brocante del ‘Barrio St. Gilles’, la zona bohemia de Bruselas donde vive su novia. Alix en esta ocasión no podrá acompañarnos a ‘Les Marolles’ que es el barrio bruseler
por excelencia. En este lugar se habla una curiosa mezcla de francés,
español y de una especie de dialecto bruseler, que tiene en si mismo un
significado propio. Las ‘brocantes’ de barrio son interesantes mercadillos de antigüedades y de objetos de segunda mano muy populares, que con llegada del buen tiempo los hacen todavía más bulliciosos y concurridos. El de St. Gilles
que visitamos, se extiende en torno a la explanada de su iglesia y aun
más allá de las calles colindantes que convergen en ella. Tenemos la
suerte de tener una mañana soleada que se presta al paseo, regateamos
con éxito la adquisición de algún objeto a buen precio, y comprobamos la
veracidad del aserto: ‘Media Bélgica le vende a la otra media’.
En este lugar se respira un ambiente multicultural, alegre y
bullicioso, que se anima con el trajin del personal y la oferta de los
comerciantes que desde sus tenderetes, exponen una respetable variedad
de bebida y comida exótica. Sin prisa, nos alejamos del bullicio ‘pour manger quelque chose tranquillement,’ y sin pretenderlo y por casualidad recalamos en el coqueto ‘Restaurant Waterloo’. En este lugar descubrimos algunas de sus sabrosas especialidades de pescados del Mar del Norte que acompañamos, esta vez, de un excelente Riesling blanco alsaciano que es muy apreciado por mi marido Frederich.
Tras la reconfortante parada, continuamos dando un largo paseo para
encontrarnos con una de las tabernas con más solera de la zona (no
consigo recordar su nombre) y no tuvimos más remedio que tomar un par
de ‘bierre morte subite framboise’. Nos recibía el local
con la madera gastada de sus mesas y de sus variadas sillas de estilo
indefinido. Las paredes aparecían forradas de deslucidos afiches
gastados por el humo del tabaco y el tiempo, y de espejos con el azogue
corroídos por la humedad y los años. El establecimiento tenia la pátina
que le presta la tradición, y aparecía repleto de familias lugareñas y
de artistas bohemios. Sentados en los bancos de la calle ancianos
aburridos contemplaban indolentes el pasar de la vida y los turistas.
Vamos al encuentro de Alix que ha estado recorriendo el centro de Bruselas con su grupo ‘Les Fanfoireux’. Alix toca su precioso acordeón azul, integrada en una divertida fanfarria local que interpreta conocidas piezas musicales ayudada de distintos
instrumentos de viento, metal y percusión. Estos grupos tienen su origen en la Edad Media, lo integran hasta una docena de interpretes y actúan animando las plazas en las festividades de las ciudades. Escuchar a
‘Les Fanfoireux’ en La Grand Place a media tarde, sin lluvia con la templanza del sol y una inusual buena temperatura, es un lujo que la mayoría de los belgas acogen con alborozo; muchos de ellos, disfrazados con hilarantes trajes, hacen gala de su buen humor bailando en torno y al ritmo de los alegres músicos.
instrumentos de viento, metal y percusión. Estos grupos tienen su origen en la Edad Media, lo integran hasta una docena de interpretes y actúan animando las plazas en las festividades de las ciudades. Escuchar a
‘Les Fanfoireux’ en La Grand Place a media tarde, sin lluvia con la templanza del sol y una inusual buena temperatura, es un lujo que la mayoría de los belgas acogen con alborozo; muchos de ellos, disfrazados con hilarantes trajes, hacen gala de su buen humor bailando en torno y al ritmo de los alegres músicos.
Unas botellas de agua mineral en compañía de la mamá de Alix y de una amiga bruseliense, calmarán nuestra sed en uno de los lugares más emblemáticos de Bruselas: 'Le Cirio', un café que data de 1886 y está ubicado frente al templo financiero, ‘La Bourse’. Más tarde nos encontraremos con Raúl en un local en la Rue de Laeken, próximo a la place de Ste Catherine. Se trata de ‘La Tentación’, un impresionante local donde hoy se aloja el 'Centro Galego de Bruselas'
que reúne a españoles con belgas en diversas actividades lúdicas y
culturales. El edificio de dos plantas muestra desnuda la estructura
metálica de lo que fue una antigua fábrica de tejidos. En su bar tomamos
el inevitable pulpo a la gallega y el lacón con cachelos acompañados
de unas copas de Albariño. Más tarde acompañaremos a Raúl, que desea acompañar y despedir a sus jovencísimos alumnos de guitarra en el Festival de Fin de Curso. Los infantes, motivados por el profesor, mostrarán a sus entusiasmados progenitores las habilidades y progresos realizados con un instrumento musical que les supera en tamaño.
Nuestro último día en Bruselas lo reservamos para visitar Les Halles Saint-Géry.
El complejo, durante el día, es un concurrido centro de información y
un animado punto de encuentro donde se celebran diversas actividades
museísticas; por la noche, se convierte en bar musical donde es posible
tomar cualquier cosa y bailar. Es increíble constatar el hecho cierto,
de que bajo los altos techos de Les Halles se instalaron los primeros habitantes de Bruselas
en un lugar donde solo había islotes en mitad de una zona pantanosa e
insalubre. Frente al curioso mercado proliferan bares y terrazas de lo
más concurridas, ocasión que aprovechamos para tomar las famosas cazuelitas de mejillones - santo y seña de la coquinaria belga - que acompañamos de la variedad de nuestra cerveza belga preferida, la trapista. Poco después un amigo de Raúl, interprete fadista, vendrá a buscarnos para invitarnos a una audición de su grupo, que interpretará unos sentidos fados portugueses.
El día ha sido largo y concluye con un feliz fin de jornada que es el colofón a nuestra intensa visita a Bruselas que ha estado cargada de acontecimientos musicales y gastronómicos. Raúl nuestro excelente maestro de guitarra - cicerone de lujo -, se acerca al aeropuerto con Alix para despedirnos; la gentil muchacha sonriente nos entrega una bolsa con chocolates y bombones belgas; su insistencia hace inútil nuestra negativa a aceptarlos. Conmovidos por su generosidad y continuas muestras de amistad nos despedimos con un abrazo y una pizca de tristeza, pero con la certeza de que antes de Navidad volveremos a encontrarnos con ellos en nuestra casa de Campoamor, en la costa levantina. Serán nuestros invitados, rescatándoles por una temporada de las gélidas temperaturas invernales del norte de Europa.
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