En este caso nos dirigiremos a tierras germanas. El precursor de esta fuerte bebida fue el alemán Jacob Schweppes, que como ya os imaginaréis, fue el inventor de la tónica, creada a partir de la mezcla de soda y quinina.
El sabor no gustaba demasiado, pero era un importante remedio contra
la malaria por lo que mucha gente empezó a mezclarla con ginebra, para
suavizar el sabor levemente. Así que, pese a no ser una historia
romántica o misteriosa, si que se ha demostrado su utilidad en aquella
época.
¿Qué se necesita?
- Ginebra (cuanta mejor calidad mejor)
- Tónica
- Dos limas
- Zumo de lima (una gotas tan sólo)
- Hielos hechos con agua mineral
¡A elaborar!
- Lo primero es hacerse con un vaso corto y ancho, esto hace que la bebida se oxigene y coja mejor el sabor y el aroma. Lo segundo que hay que tener en cuenta antes de elaborar una Gin Tonic, es el tipo de tónica que elegís. Las mejores sin duda son las de sabores a cítricos como el limón.
- Terminada la preparación previa, pasad ya a elaborar el Gin Tonic propiamente dicho. Primero cortad la lima por la mitad y hacedla zumo con un exprimidor. Con el zumo resultante verted unas gotitas dentro de cada vaso. Cortad la piel, sin llegar a la parte blanca y restregadla contra el borde del vaso. Después dejad un trozo pequeño en su interior. Coged la otra lima y hacedla en rodajas (esto usadlo para decorar los vasos).
- A continuación echad hielo hasta llenar el vaso por completo. Podéis elaborar los hielos con agua mineral, mejor que con el agua del grifo.
- Echad la Ginebra (intentad que esta sea de calidad) a cierta distancia del vaso para que se oxigene. Echad aproximadamente dos dedos de ginebra (depende de vuestro gusto por el alcohol). Para terminar, verted la tónica hasta llenar el vaso y dadle vueltas para que se mezcle bien.
- Cortad uno de los laterales de una rodaja de lima hasta el centro, ponedlo en el vaso y servid.
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