La isla de Gran Canaria, es un pequeño
continente, donde se puede encontrar una gran variedad de espacios
naturales de gran belleza y 236 kilómetros de costa, guardando un océano
de posibilidades para disfrutar del mar y la montaña. Es una isla
cambiante, que muda de aspecto sólo con doblar un recodo del camino. La
gastronomía juega un papel importantísimo en el ánimo del viajero; es la
gasolina que alimenta nuestro cuerpo y eleva nuestro espíritu.
La mejor prueba de ello es hacer una parada en el
restaurante La Aquarela, situado en un enclave privilegiado; frente al
mar, en Patalavaca, en el sur de Gran Canaria. En los apartamentos
Aquamarina, junto a su gran piscina, se puede disfrutar del buen comer
con la más exquisita atención, acompañado de un piano y la dulce melodía
del mar infinito.
Su propietario D. Gregorio Fernandez es el artífice, que nos
trasladará a un mundo de sabores y sensaciones únicas. En La Aquarela
degustaremos una cocina muy cuidada en un ambiente privilegiado. Es un
referente de la gastronomía que se hace en la isla, en constante
evolución, sabiendo conjugar la gran calidad de sus productos, traídos a
diario de la península, maridándolos con las nuevas técnicas
gastronómicas, que hacen que esos sabores de antaño, fusionen a la
perfección en sus platos refinados.
Ningún viajero se sentirá
fuera de su hogar, debido a la gran variedad de idiomas de su carta.
Exquisita por doquier, en sus sopas, entrantes fríos como la terrina de
foie “mi - cuit” en Brioche de especias, orejones y manzanas; sin
olvidarnos de los entrantes calientes como las vieiras al grill con
verduras encurtidas, coliflor “noisette” y salsa verde, entre otros.
En
esta maravillosa carta no pasen por alto los pescados y mariscos; como
el rodaballo, los medallones de bogavante, y especialmente los lomos de
lenguado con nueces y raviolis rellenos de guisantes, mantequilla,
avellana y una reducción de marisco, acompañado de la parrillada de
verduras al dente. También para los carnívoros, encontramos cochinillo,
cordero, solomillo, ciervo, pollo y una mención especial al maravilloso
rabo de toro “rossini” con avellanas, acompañado de puré de patatas y
setas crujientes. Por supuesto que no queremos olvidarnos de sus
magníficos postres y helados, como la créeme brulee de vainilla y
sorbete de frambuesa – lima.
Todo ello regado con unos vinos poco
habituales en la restauración de la isla, aquí podemos encontrar vinos
de Castilla y León como el “Kaos” y el “Alma de Luna”; vinos de Toro
como el “Sango de Rejadorada”; Riojas como el “Carra Valseca” y un largo
etcétera en su esmerada bodega internacional.
Ahora entendemos
que su clientela internacional y sobre todo de Europa del Norte sea
fiel, y una vez que has probado su cocina y su magnífica atención,
tengas que volver a deleitarte con su gastronomía única.
Reiteramos
nuestra enhorabuena y felicitaciones al gran mago de este restaurante,
D. Gregorio Fernandez, recordándole y prometiendo volver en cuanto
tengamos oportunidad.
Fdo.: Maridajegourmet y mas.
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