lunes, 17 de diciembre de 2012

LA PERLA DE MARRUECOS

“Al fondo, las cimas plateadas y majestuosas del Atlas, al pie de las montañas se extiende el cuerpo de una bella doncella, vestida de rojo; sus palmeras centenarias adornan sus flancos y los monumentos le sirven de collar….”


Comienza nuestro viaje a tierras extrañas, una tierra roja, árida y amable. El maravilloso Marruecos, situado al norte de África, bañado por el mar mediterráneo y el océano atlántico,  imprime en el alma de sus gentes musulmanas, el sabor y color de los contrastes. Marruecos consta de 16 regiones, una de ellas es  Marrakech Tensift Al Hauz ,  situada en el centro oeste del Reino, donde comienza nuestra aventura.
 MARRAKECH, la ciudad ocre, antigua capital imperial, con más de 1,5 millones de habitantes, es dominada por 13 kilómetros de muralla que rodea su ciudad antigua, la Medina. No muy lejos de su gran plaza  Jamaa el Fna, se alza la Mezquita de la Koutoubia con su célebre minarete al lado.  Esta gran plaza de forma irregular,  es el corazón de la Medina, desde donde salen en todas direcciones una densa red de callejuelas, palacios, mercados y mezquitas, cúpulas y minaretes. Declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1985, es una visita obligada.  La gastronomía en la ciudad es rica y abundante con el cuscús y el tagine como platos imprescindibles. La amabilidad de sus gentes, se hace notoria en sus hoteles como la cadena Kenzi y restaurantes.
 
 
Continuamos nuestra ruta hacia ESSAOUIRA,  esta hermosa ciudad se ha ganado casi mil y un apodos; “La perla del Atlántico”, “La Bella Durmiente”, “hermosamente trazada” de la palabra árabe Souirah, esta ciudad Patrimonio de la Humanidad, mantiene el encanto y la autenticidad de una tierra perdida en el tiempo. Aquí es donde termina el Mediterráneo: la última fortificación amurallada en las orillas atlánticas, cuyas casas parecen clonadas con los “pueblos blancos” de Andalucía. La ciudad invita al paseo, para descubrir sus dos Kasbahs, un Mellah(barrio judío) y una medina. La bahía de Essaouira, bañada por las olas de las islas de Mogador, es el paraíso de los aficionados a los deportes del viento, gracias a que soplan los vientos  alisios. Su famosa Scala, es una plataforma de artillería de 200m de largo, desde su bastión repleto de viejos cañones, se puede divisar la Kasbah.  Ciudad declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Quedamos fascinados por la amabilidad y carácter hospitalario de los essaouiries, ya que viven desde hace siglos, en una encrucijada de culturas, civilizaciones y religiones. Su gastronomía es dominada por el mar, donde podemos degustar desde sardinas hasta bogavantes. 
 
Nuestro siguiente destino es Ouarzazate, denominada la ciudad  “sin ruido”,  conocida como la Puerta del Desierto, al sur de Marruecos, con innumerables kasbahs de adobe, sus montañas y sus llanuras áridas, sus valles y oasis verdes, sus palmeras y pueblos de barro rojo u ocre, nos muestran su encanto autentico a la vez que místico y mágico.
Esta ciudad nos conduce a los infinitos espacios entre las dunas y los oasis. Es el nuevo Hollywood de África, debido a sus estudios de cine entre los que se encuentran unos de los más grandes del mundo, los Atlas Studios. Nuestra ruta nos lleva a La Garganta del Todra, situada en el remoto lado oriental de las montañas del Alto Atlas, impresionan sus formaciones rocosas,  con cañones cuyas paredes se nos aparecen de repente, como precipicios tallados que se alargan durante varios kilómetros a través de las montañas. Esta  garganta escarpada con sus paredes lisas, alcanzan los más de 300 metros de altura en cada uno de sus lados. La parte más espectacular de la garganta son los últimos 600 metros, donde el cañón se estrecha considerablemente hasta alcanzar en algunos puntos una anchura de tan sólo 10 metros, el cañón se abre a un claro menos dramático pero igualmente bello, con el río fluyendo a través de las rojas montañas a ambos lados.
 
 
Seguimos hacia Zagora,  la capital de la provincia, donde encontramos el oasis del valle del Draa es el más grande de Marruecos extendiéndose desde un poco antes de Agdz hasta un poco después de Zagora, con casi 100 km de longitud y anchuras variables que en algunos puntos pueden superar los 5 km. Todo el Draa está salpicado de numerosos ksar y kasbahs dispersos a lo largo de todo el valle. El valle del Draa es la zona de mayor producción datilera de Marruecos, junto con la Henna, ofreciéndonos un paisaje desértico único con sus dunas donde reencontrase con nuestro mejor yo. Con una extraordinaria herencia cultural y artística, su gastronomía no podía ser menos, como la paloma rellena o sus dulces exquisitos.
 
En definitiva Marruecos espera al viajero y explorador, que quedara extasiado de sus diferentes paisajes, encontrando playa y relax, así como aventura en el desierto y convivencia e historia en el interior del país. No dejen de visitar este país vecino que nos acoge con los brazos abiertos.
Fdo.: Julian Carazo

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