domingo, 17 de marzo de 2013

Semana Santa en Viveiro, una pasión colectiva

Enrique Sancho
Redoblan los tambores que rompen el silencio, palpitan las llamas de los velones, arrastran los hábitos sobre los pies desnudos, flirtean las sombras de las tallas centenarias sobre los milenarios muros de la ciudad... Parece un momento sublime, y lo es, pero es solo uno más de los muchos que se viven en Viveiro durante la Semana Santa. Lo ha hecho posible uno de los 40 pasos distintos que en 15 procesiones hacen desfilar las ocho cofradías de esta villa lucense. Y así lo llevan haciendo desde 1214 cuando se fundó la primera de estas cofradías como la Venerable Orden Tercera Franciscana, probablemente la más antigua de España.



También los pasos se encuentran entre los más artísticos y antiguos de España, muchos de ellos de autores desconocidos pero con un gran valor, tanto en la orfebrería como en la imaginería; sobrios, serios, a veces dramáticos, como toda la celebración de este antiguo burgo medieval, que se realiza con gran fervor y respeto a la tradición. Como reflejo de su importancia la celebración de la Semana Santa vivariense ha alcanzado la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional en el año 1988 y ahora está a punto de conseguir la categoría de Interés Internacional. Es considerada la mejor de Galicia tanto por la riqueza de sus imágenes como por su antigüedad.

Los actos centrales de la Semana Santa vivariense dan comienzo el Viernes de Dolores y su celebración se prolonga durante más de una semana, finalizando el Domingo de Resurrección. En ellos participan un total de ocho Cofradías y Hermandades que componen la Junta de Cofradías, encargada de coordinar los diferentes actos y desfiles procesionales que representan la Pasión de Cristo. En esta Semana Santa se aúnan tradición e innovación pues a lo largo de los siglos ha seguido un continuo proceso de mejora, nuevas procesiones, incorporación de imágenes, pero siempre conservando la sobriedad y humildad de las ordenes de los franciscanos y dominicos que iniciaron la tradición.
 


En Viveiro la Semana Santa se vive con pasión, y no se trata solo de una frase fácil, en ella se implica la totalidad de sus habitantes que, de una forma u otra, participa en las celebraciones. Lo hacen con fuerza, con intensidad, con entusiasmo, con el mismo ímpetu que en julio demuestran en otras de sus fiestas tradicionales, como la “Rapa das bestas” o en agosto en la “Romería do Naserio”. Y es justamente esa pasión de las gentes de Viveiro lo que hace esta Semana Santa tan especial.

Un lugar privilegiado
La Semana Santa de Vivero es uno de los principales reclamos turísticos de la localidad consiguiendo año a año atraer a miles de visitantes que llegan llamados por el carácter único de estas celebraciones. Pero desde luego no es el único. Justo donde el Cantábrico se encuentra con el Atlántico, allí donde mar y océano se hacen, a unos metros del punto más al norte de España está Viveiro, una villa cuyas raíces se anclan entre romanos y celtas y cuyo desarrollo tuvo lugar entre los siglos XII y XV. Una villa que tiene un centro histórico declarado Monumento Nacional y un importantísimo patrimonio artístico, comenzando por los restos de la antigua muralla medieval que resistió los ataques de piratas en el s. XVI, incendios e inundaciones. Aún se conservan vestigios adosados a algunas casas o en pasadizos y tres de sus antiguas puertas.

Por cualquiera de ellas se puede salir a conocer la Galicia más auténtica, ya que desde este lugar todo está cerca. Pero antes de partir, vale la pena conocer un poco más de esta ciudad. Se puede empezar el recorrido, por ejemplo, por la Puerta de Carlos V, su monumento más representativo, de estilo plateresco español, y que constituía, el principal acceso al interior de la ciudad por la parte del mar. Cerca está la Iglesia Parroquial de Santa María del Campo; empezada a construir en el siglo XII, es uno de los más claros exponentes de las iglesias urbanas gallegas de estilo románico. Destaca su ábside y el hermoso rosetón de la fachada, así como su magnífica cruz procesional de plata (S XVI) considerada una de las más bellas y trabajadas de Galicia.




Otros lugares de interés son el Monasterio de la Concepción, un convento de trazas renacentistas construido en el siglo XVII y regido por religiosas concepcionistas de clausura. Junto con la Iglesia de Santa María forman un hermoso conjunto arquitectónico: dos épocas en perfecta armonía sobre el pavimento de piedra. Adosada al convento está la Calexa das Monxas, pintoresca callejuela de aire gótico que va desde la iglesia de Santa María hasta la Porta da Valado, la más antigua de la desaparecida muralla, aunque no se sabe a ciencia cierta la época de su construcción que rivaliza con la Porta da Vila o del Santo Cristo del Amparo, del siglo XIII y es la principal entrada a la ciudad por la antigua calzada romana. En una hornacina interior guarda las imágenes del Santo Cristo del Amparo, San Juan y la Virgen María, en un hermoso retablo de madera tallada, donde se indica que es del año 1255.

Otro lugar de paso inevitable en Viveiro es el Puente de la Misericordia, construido sobre el primitivo puente erigido durante la dominación romana que dio nombre a la ciudad: Concejo de la Puente de Vivarium. La construcción del actual Puente de la Misericordia comenzó bajo el reinado de Enrique IV (1454-1474) y se concluyo en 1544. Posteriormente, sufrió varias transformaciones en los siglos XVIII, XIX y XX para adaptarlo a las nuevas necesidades. Conserva nueve de sus doce arcos primitivos.
 


 

Preciosos alrededores
Cercana a la calle Rosalía de Castro, de gran tipismo, se encuentran la iglesia y convento de San Francisco, declarados Conjunto Histórico Artístico. Una carretera conduce desde este monumento a la cumbre del monte San Roque, donde se divisa una imagen magnífica de la ría, la más grande del Cantábrico. A los monumentos de Viveiro hay que añadir sus paisajes, playas y entornos como el Souto da Retorta, también declarado monumento natural y considerado el eucaliptal más antiguo de Europa. Allí reina “el Abuelo”, un eucalipto que sobrepasa los 80 metros de altura y los dos metros y medio de diámetro, se necesitan seis personas para abrazarlo.

Su litoral conforma tranquilas playas de ría aptas para los deportes náuticos, con extensos arenales y buenos servicios. Vale la pena acercarse, por ejemplo, a la playa de Abrela, a 6 km de la ciudad y compartida con el vecino municipio de O Vicedo. Es casi salvaje, con árboles llegando hasta la misma arena. En su parte posterior se encuentra la Laguna dos Amidales, punto de reunión de infinidad de aves acuáticas.



Saliendo ya de Viveiro, siguiendo la C-642 dirección Gijón, se llega enseguida a Cervo, donde se encuentra la fábrica de Sargadelos, la tradicional cerámica gallega que sigue con métodos artesanales pero que ha apostado por el futuro y muestra con pasión su nueva imagen más vanguardista e innovadora mezclando tradición con modernidad.

Y enseguida se llega a un monumento natural que es el más visitado de toda Galicia, después de la catedral de Santiago de Comportela. Se trata de otra catedral, o mejor dicho, de varias: la Playa de la Catedrales, un prodigioso trabajo realizado por el viento, el mar y el tiempo. Estos 1.328 metros de arena blanca y oleaje moderado conforman una de las playas más emblemáticas y visitadas de todo el litoral gallego. Recibe este nombre porque las bóvedas, arcos, galerías y cavernas que el agua y el viento han esculpido en las rocas lo recuerdan, pero además los murmullos y los silbidos del viento al filtrarse entre los huecos y las chimeneas suenan como las notas de un órgano. Hay que ir durante la marea baja, ya que en alta, la zona de las "Catedrales" es prácticamente imposible de pasear.

Bajando las escalinatas de acceso al arenal, se observa que estamos en otro sitio mágico de Galicia. Las primeras e imponentes rocas desafían a la gravedad. Lo mejor está detrás de esos primeros acantilados. Las rocas de los siguientes acantilados de pizarra han sido erosionadas por el mar y el viento formando impresionantes grutas que pueden ser exploradas disfrutando en cada momento de lugares únicos. Pequeños lagos, cuevas de todos los tamaños modeladas por esa fuerza del mar, pasadizos e impresionantes arcos, harán las delicias de cualquier visitante.
 


 

Ribadeo y Mondoñedo
Y al lado está Ribadeo, con una bella ría frontera con Asturias y declarada zona ZEPA por la riqueza en aves de diferentes especies. La villa luce su aspecto señorial desde la cercana cumbre del monte Santa Cruz. El marqués de Sargadelos fue el impulsor moderno de esta ciudad cuyo edificio más sobresaliente es el pazo modernista de los hermanos Moreno.
Cronológicamente, el edificio religioso más antiguo de los conservados es la capilla de Atalaia ya que, a pesar de las alteraciones de las que fue objeto con motivo de su reconstrucción a principios del sigo XX, data del siglo XII. Otros de los edificios emblemáticos del patrimonio religioso ribadense son el santuario e las Virtudes (Arante) y el convento de Santa Clara (Ribadeo). El primero, que pertenece al siglo XIV, conserva bastantes elementos medievales y un magnífico conjunto de pinturas murales que reflejan episodios de la vida de María. El segundo, conserva como partes más antiguas de su iglesia de nave única, del XV, un hermoso claustro del XVIII.

Muy cerca está Mondoñedo, una de las más evocadoras capitales del antiguo Reino de Galicia. Su casco antiguo está declarado Bien de Interés Cultural. La Catedral de San Martiño, Monumento Nacional, conserva la primitiva portada románica con un hermoso rosetón y torres barrocas. El interior ofrece también yuxtaposición de estilos, bóveda de crucería sostenida por arcos apuntados, pinturas murales de los siglos XV y XVI, y un retablo mayor barroco. También posee un retablo pétreo, el único en estilo románico. Alberga el museo Catedralicio Diocesano, uno de los museos de arte sacro más importantes de España.

En la misma plaza de la Catedral se sitúan el Palacio Episcopal; el Consistorio Viejo, fechado en el siglo XVI y en la actualidad biblioteca municipal; el monumento al autor Álvaro Cunqueiro y varias viviendas con soportales. Cerca de la plaza aparece el escudo de Carlos V grabado en la Fonte Vella. También tras la catedral se localiza el Seminario de Santa Catalina, edificio monumental levantado en el siglo XVIII. De estilo barroco son los conventos de la Concepción y de San Pedro de Alcántara. Por su arquitectura tradicional y su estructura de canales, otro lugar destacable es el barrio de Os Muiños.

Y si tantas visitas despiertan el apetito, en Viveiro y sus alrededores no faltarán tentaciones. De su inmejorable situación geográfica, combinando mar, campo y río, su mesa cuenta con gran cantidad y variedad de productos de excelente calidad, como todo tipo de mariscos, pescados de río y de mar y carnes. Además de los platos típicos de la gastronomía gallega (caldo, sopas de marisco y pescado, pulpo, callos, empanadas, caldeiradas y parrilladas de carnes o pescado) en la cocina vivariense cabe destacar las navajas al lambe-lambe y con arroz, la merluza del pincho a la gallega, bacalao con verdura, arenques con castañas, parrochas en tarteira y, sobre todo, bonito en rollo. También los pastelones de pollo y de carne, torresmos con cachelos y carne en rollo. Y para terminar tarta de Viveiro (con almendra y cabello de ángel), chulas y almendrados. Todo ello bien regado con vinos de la zona y licor de guindas o cerezas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario